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sábado, 28 de marzo de 2015

SIERRA DE CAZORLA (JAÉN): RETORNO AL GILILLO





MIRAMUNDOS CAZORLEÑO


No era un capricho cualquiera. Hace meses se cruzo el Gilillo en el pensamiento y desde entonces rondaba periódicamente los planes de futuro. Una visita, ya lejana, de la que guardo gratos recuerdos. Cinco años es mucho tiempo, aquella marcha medio improvisada allá por abril de 2010 para estrenar el GPS , el artefacto que nos abriría las puertas de la Sierra,... ja!!! y al remate nos perdimos, bueno, dejémoslo en que nos desviamos un poco, ¿la novatada? ¿la ley de Murphy?..., igual da, el caso es que estar pendiente del artefacto creo que hizo que me perdiera mucho del camino.




Dicen que la subida al Gilillo es una clásica. Añadiría sin derrapar que esta, tal vez sea LA RUTA, LA QUINTAESENCIA DE LA SIERRA DE CAZORLA. Por muchos y variados motivos Cazorla va de la mano del Gilillo, no puede comprenderse una sin la otra, como no puede hacerse de Segura sin su Yelmo, poblaciones que vivieron de cara a la vega pero también a la montaña. Aunque no pueda verse desde Cazorla, está presente, se sabe de su custodia de las cumbres. El Gilillo se humanizó con el trasiego de gente que, por su puerto de montaña, entraban y salían de la sierra, rondines, arrieros, pineros, migueletes, recoveros,... Le trazaron una de las sendas de piedra más espectaculares, aún hoy en buen estado, las cosas bien hechas... Además, el Gilillo es uno de esos lugares donde hay que subir a mirar, toda la cuerda goza de una panorámica tremenda, pero su cumbre es uno de esos pocos lugares desde donde se puede ver medio mundo, del nuestro, el que conocemos, por ello bien puede valer el apelativo de MIRAMUNDOS CAZORLEÑO.



Regresar al Gilillo tras cinco años no era un capricho,   
 sino una necesidad del guion,recuperar la esencia de la ruta, 
      de la senda bien hecha, magistralmente trazada. 
      Regresar al Gilillo tras cinco años no era un antojo sin más, 
      sino el placer de apreciar la sierra viva. 
      El mundo, visto desde el Gilillo, parece más mundo.



El sistema de comunicaciones de Cazorla con el interior de la sierra, permite que el Gilillo sea una de las cimas más accesibles del parque. Muchas y diferentes maneras hay de ganarla a pie, y casi todas con inmensa comodidad ya que las sendas transforman en desnivel en distancia, siempre buscando el lugar más cómodo, a veces salvando vanos del terreno con rellenos que llevan aguantando décadas, en un lugar donde el medio no es demasiado benévolo.




La oportunidad vino al pelo de la mano del club. Algunos ya subieron al Gilillo por la vía rápida de la escaleruela, impresionante ascenso que te coloca casi en un periquete en el puerto del tejo. De todas los itinerarios lógicos y humanamente asumibles, siempre me atrajo el que hemos propuesto en esta ocasión y ya realizado en 2010. En mi opinión combina la espectacularidad de las panorámicas conseguidas, con el admirable trazado del camino. El periplo nos da la oportunidad de gozar con el horizonte de la campiña y en un plis plas pasar al juego de identificar lugares serranos desde la lejanía para, de nuevo, tras ganar la cima y satisfacer la tendencia montañera de algunos, volver al amplio y fabuloso panorama de la campiña.





LA RUTA



DATOS DE LA RUTA
Denominación
RETORNO AL GILILLO
Ubicación Jaén. Sierra de Cazorla (TM de La Iruela y Cazorla)
Itinerario
Ermita de la Virgen de la Cabeza (La Iruela)-prado redondo-
puerto del tejo-laguna de Cazorla-collado  de los castellones-
puerto Gilillo-Gilillo (1.848 m)-collado de cagahierro-
Riogazas-cascada de la malena-puente de la escaleruela-Inicio

Distancia 19,92 km
Tiempo 7 h
Fecha
28 de marzo de 2015
Desnivel positivo 938 m
Enlace al track de wikiloc
Arrancamos en la imperturbable ermita de la Virgen de la Cabeza, desde donde se domina el trayecto, el real, y se intuye el virtual. Situada por encima de La Iruela, accedemos a ella por el camino de Riogazas, a temprana hora se escucha desde esta inmejorable atalaya el despertar de Cazorla y de la propia Iruela. Tras un escarceo por la zona mientras esperamos a los compañeros de travesía, miramos a un lado y a otro, embobándonos si lo hacemos hacia arriba, hacia la peña de los halcones.
La ermita nos despide cuando comenzamos a desdibujarnos por el pinar que la sobrepasa, desde el aparcamiento, se adivina una senda bien marcada, localizada por postes multicolores de los diferentes senderos que por aquí pasan o parten. Pronto se eleva con brío salvando los crestones rocosos de la peña de los Halcones que caen sobre La Iruela, se intuye el trabajo de los que labraron la roca para permitir el remonte. Cuando lo hacemos, una de las imágenes de la ruta surge de abajo, del fondo, planeamos sobre el erguido castillo de La IruelaEntretenidos con las vistas apenas percibimos el esfuerzo llegando a un paraje de cuento, medio mágico, prado redondo, un apacible y bucólico lugar típicamente serrano, antesala de la civilización, pero conservador de esencia terruña.





vista desde la ermita del camino de regreso 





paraje de prado redondo


En prado redondo comienza la "tachuela" del día, una continuada y cansina subida rodeando el cerro de la laguna que nos elevará hasta el puerto del tejo con dos partes bien diferenciadas. La primera, la más dura, una buena pendiente hasta el collado que conecta con la embocadura de la Escaleruela y que nos coloca por encima de la peña de los Halcones. La segunda, más tendida , incluso con partes de descenso que nos lleva hasta el puerto del tejo, donde la sierra grande, la sierra profunda se hace visible. banderillas, poyos de la mesa, empanadas y la cabrilla al fondo, muestran los últimos resquicios nevados, configurando un escalonado horizonte.
En el puerto del tejo, encrucijada de caminos, tomaremos el de la derecha que planeando por encima del edificio del parador de turismo se dirige hacia el S, hasta confluir con una reconocible dolina que por aquí llaman laguna de Cazorla. En este punto dejaremos el camino, que de continuarlo nos llevaría a la CF de los Rasos y penetrando tangencialmente en la laguna buscaremos un sendero que asciende buscando la loma de los castellones. Arriba el panorama cambia, frente a nosotros el valle del sinclinal anticipa el cambio de vertiente.




Recorremos entre laricios un buen tramo de esta loma hasta alcanzar el collado que nos sirve para ampliar, más si cabe, la panorámica serrana. Por la izquierda, en un hueco en dirección E,  SE se nos presenta el majestuoso Cabañas, escoltado a un lado por el calar de Juana y, del otro, por la cordillera de los Agrios.




La mirada al N no queda desmejorada, la sierra "villana" cierra el infinito por detrás del característico Banderín. Continuamos ascendiendo ahora la última loma que nos separa del puerto del Gilillo, notamos ya su presencia.







Arribamos, y lo que encuentro es penoso, la caseta, seña de identidad de este lugar, vestigio de la humanización y el trasiego de gentes que hubo, frontera entre la sierra y el resto del mundo, está en las últimas, hace cinco años recuerdo que me sorprendió el atractivo lugar que ocupaba, hoy se que tiene los días contados, ya no está ni para un kiosko de fantas...





Bueno, hemos venido a ganarle al Gilillo, así que subimos la lomeja que tenemos enfrente y que nos deja en la base misma de la cocota de este emblemático pico cazorleño. Nos aliviamos de peso para intuir la subida hasta el vértice, adivinando la vía por el rastro que otros van dejando. Por fin arriba, ahora si, ahora toca remirar, hartarse de girar a un lado y otro, estar aquí explica el renombre anteriormente mencionado: miramundos cazorleño.
Hartos de estar hartos, bajamos a nuestra posición anterior y comenzamos el descenso hacia el valle, primero por una ahormada senda que salva la verticalidad que por aquí tiene la cuerda del Gilillo, despues por la loma de cagahierro hasta su característico tornajo en pleno collado donde haremos un receso contemplando la exhuberante caída hasta Cazorla. Alcanzamos Riogazas por la senda antigua evitando la pista y nos desviamos en busca del mirador y de la cascada de la malena para salir de nuevo a la pista del Chorro a la altura de la preciosa Escaleruela. De allí hasta la ermita un paseo por los merenderos felices de haber vuelto, aunque sea cinco años después.




















   Fotos de BASI  
    




sábado, 7 de marzo de 2015

SIERRA DE LAS VILLAS (JAÉN): SUBIDA A NAVAZALTO DESDE LA OSERA POR BARRANCO OSCURO




POR EL HUECO DE LA OSERA


Otra vuelta de tuerca... ¿la última?... lo dudo.
Jamás pensé que este lugar podría darme tantas y tan diversas satisfacciones. Cada vez conozco más gente entusiasmada con la sierra de las Villas, ¡vaya! durante algún tiempo pensé que solo era cosa del jesuita y mía, pero veo que el conocimiento de estos parajes, y las puertas que van quedando abiertas a escudriñar los entrañables rincones que atesora, van sorprendiendo a quiénes se aproximan a esta corta pero intensa y bronca porción serrana. Y una cosa da la otra, la curiosidad incita al conocimiento y este abre las puertas a la satisfacción.

Eso me viene sucediendo con Navazalto, y con Guarondo , dos lugares de los más visitados de este "cacho" de la Sierra y con más recovecos y rincones de disfrute personal de los que conozco (y mira que bromee con algún amigo que no salía de alguna espiral serrana, donde las dan las toman, claro!!). Desde bucólicos parajes de paseo, a los más abruptos y quebrados desniveles posibles, los escalones por los que esta sierra se desparrama al cauce de los Aguascebas, permiten el desafío montañero de montar o desmontar mil metros de desnivel en menos de diez kilómetros, una delicia al alcance de casi todos ya que lo salva por una senda relativamente cómoda y accesible.

Tras escudriñar casi todas las "callejuelas de este barrio", aún nos quedaba hueco para rondar de nuevo este macizo noble, pastoril, ganadero aunque ahora echa de menos sus rebaños, sus pastores, sus trasiegos al fin y al cabo.

Y en esa que nos vimos, con ganas de cerrar un proyecto que hacía tiempo barajamos y planificamos, circundar este salvaje hueco de la Osera, pasando en un periquete de su valle a la cumbre por algunos de los parajes más bonitos que existen.




Casi todo el trayecto de la ruta lo conocíamos de otras ocasiones, pero teníamos el tramo de barranco oscuro en la penumbra del conocimiento. Nombre rotundo el de este tajo humanizado y ganado para el olivar se subsistencia. Conforme avanzábamos íbamos desvelando la verdad del topónimo, aunque el día estaba espléndido, la umbría era dueña y señora del terreno, allí en los meses invernales no debía asomar el astro rey.

Conectar el valle de la Osera con el ya visitado con anterioridad, collado de las albarizas, que aunque en los mapas figura como Almagreros, sabemos -porque hemos pisado aquella tierra- que es blanca (alba) y no rojiza (almagrera), era el principal objetivo de la marcha, "churretear" el collado que debe esconder algún secreto otra, y subir de nuevo al peñón del tesoro (Navazalto) la tercera prioridad. El resto, no menos apasionante, recorrer la senda de la cuesta de Navazalto, asomarnos al barranco del bigarral desde el collado de los picazos y al de escuernacabras, imaginando por donde bajarían, saludar nuevamente a nuestros íntimos amigos, los buitres de Navazalto (lo que deben pensar del cansineo que les traemos...), sentir otra vez la emoción del filo que cae sobre la cascada de la Osera y dejarse embriagar por el rugido del agua precipitándose por los escalones por los que la sierra se abre a la campiña. De verdad, una completa delicia montañera.


collado de las albarizas, por encima el peñón del tesoro y el puntal de las cuevas


LA RUTA



DATOS DE LA RUTA
Denominación
Subida a Navazalto desde la Osera por barranco oscuro
Ubicación Jaén. Sierra de las Villas (TM Villacarrillo)
Itinerario
Paraje de la osera-barranco oscuro-collado albarizas-
senda de la cuesta de Navazalto-peñón del tesoro-
caseta de Navazalto-filo del poyo del lentiscar-
arroyo del Torno-Guarondo-cascadas de la Osera-Inicio

Distancia 15,64 km
Tiempo 8 h
Fecha
07 de marzo de 2015
Desnivel positivo 1057 m
Enlace al track de wikiloc
Dejamos el coche pasado el cortijo del tranco del polvorista, antes de llegar al ensanche que hicieron para estacionar en la Osera, justo donde comienza el carril que nos llevará por barranco oscuro. Cruzamos por un vado el aguacebas chico que se encamina en busca de juntarse con su mayor allí por los Rubiales. Comenzamos a ascender por el olivar serrano hasta el cortijo de barranco oscuro donde termina el buen camino, detrás del cortijo continua otro carril que nos eleva al collado de las albarizas y a su cortijo, espléndido lugar que mira de cara al peñón chico y al grande, al del tesoro, las espaldas asoman a la campiña y al tramo de olivar de la senda de la Cuesta de Navazalto, bella panorámica. Allí, a la tenue sombra de los almendros en plena esfervescencia floral, hacemos un alto e investigamos un poco por la zona (de ahí los devaneos del track).


cortijo del collado de las albarizas, al fondo la campiña y Villacarrillo




Recogemos velas y nos dirigimos en busca de la senda que nos elevará a lo alto, aquel camino serrano recuperado recientemente, dura subida por la ladera de los romeros hasta el collado de los picazos, donde el Bigarral asoma grandioso. Otro descanso aquí, para resollar, ahora la senda se suaviza un poco saludando al peñón, hasta que se arrima al arroyo del barranco, donde comienza a trazar perfectas tongas para elevarse al navazo alto. Pasamos junto a la fuente de arriba, continua seca, probablemente el venero se habrá ido para el arroyo, en el siguiente giro a la izquierda el grupo se divide, la mitad continua el ascenso hasta el navazo y el resto nos vamos buscando la vaqueriza de las canales, una senda hoy perdida que conocí por Gómez Muñoz, que conectaría esta zona con el collado hateril por debajo de los tranquillos de Navazalto. Buscamos y encontramos indicios, tramos que aparecen y desaparecen, seguimos avanzando con el peñón casi encima pero la senda inexistente, avanzamos por el monte como podemos hasta que se despeja y nos deja en el collado antes mencionado. Una vez aquí quién se resiste a encaramarse al peñón del tesoro, dicho y hecho. Nuestros compañeros nos saludan desde el peñón de enfrente, bajo la caseta, donde quedamos para más tarde. La mirada inevitable derredor nos vuelve a dejar impávidos, igual que la primera vez, ¡qué lugar!


peñón de Navazalto o del tesoro




Tras henchirnos de horizonte bajamos al collado hateril donde dejamos las mochilas y nos encaminamos hacia la caseta de fogoneros para reunirnos con nuestros compañeros. Antes de llegar es imposible resistirse a dar una asomada al collado de escuernacabras tal vez la mejor panorámica del grandioso paraje de la Osera y Guarondo donde las tres cascadas, chorrogil, aliviadero y Osera aparecen alineadas en una inmejorable perspectiva. Los buitres aquí casi nos rozan en el afán de averiguar la identidad de los visitantes. Un esfuerzo más y estamos en la caseta. A comer, descansar y mirar tocan.


Guarondo, la morra y el poyo del lentiscar


Tomamos el filo de las buitreras de Navazalto que circundan por encima el barranco de la Osera y lo seguimos, hasta el poyo del lentiscar, otro lugar que asegura la impavidez de la marcha que hoy llevamos. Ahora el descenso se complica por lo abrupto del terreno pero, pegándonos con cuidado al filo evitaremos mucha vegetación. Conforme descendemos nos aproximamos al cauce del arroyo del torno por la izquierda, veremos pronto una tapuela en la ladera, sabremos que hemos llegado al cortijo del sordo, es la señal para descolgarnos buscando el cauce de este arroyo abandonando el filo que llevamos. Seguiremos el arroyo al que le hicieron una desembocadura artificial al embalse para aprovechar su cauce.


por el filo del poyo del lentiscar (foto cortesía de José Andrés)

En Guarondo, cruzamos el muro del embalse para tomar la senda de la Osera que nos llevará, jugueteando con los túneles de la canalización del agua que de dirige a la loma, por el paso del aguardentero, precioso portillo serrano, para realizar uno de los descensos más bruscos y verticales de esta sierra. Eso si, pareja va la dureza con la belleza, debiendo alternar debidamente la mirada al camino, con la mirada a los paredones rocosos por donde se descuelga una de las cascadas más hermosas que he visto. Una aproximación a las pozas donde rompe la caída del agua remata y compensa el dolor de rodillas de la bajada. Aún nos queda que cruzar el Aguascebas chico un par de veces para asomar a la pista que nos dejará en pocos metros donde comenzamos el periplo por la mañana.



Guarondo y la morra

cascada de la Osera (foto cortesía de José Andrés)