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sábado, 7 de marzo de 2015

SIERRA DE LAS VILLAS (JAÉN): SUBIDA A NAVAZALTO DESDE LA OSERA POR BARRANCO OSCURO




POR EL HUECO DE LA OSERA


Otra vuelta de tuerca... ¿la última?... lo dudo.
Jamás pensé que este lugar podría darme tantas y tan diversas satisfacciones. Cada vez conozco más gente entusiasmada con la sierra de las Villas, ¡vaya! durante algún tiempo pensé que solo era cosa del jesuita y mía, pero veo que el conocimiento de estos parajes, y las puertas que van quedando abiertas a escudriñar los entrañables rincones que atesora, van sorprendiendo a quiénes se aproximan a esta corta pero intensa y bronca porción serrana. Y una cosa da la otra, la curiosidad incita al conocimiento y este abre las puertas a la satisfacción.

Eso me viene sucediendo con Navazalto, y con Guarondo , dos lugares de los más visitados de este "cacho" de la Sierra y con más recovecos y rincones de disfrute personal de los que conozco (y mira que bromee con algún amigo que no salía de alguna espiral serrana, donde las dan las toman, claro!!). Desde bucólicos parajes de paseo, a los más abruptos y quebrados desniveles posibles, los escalones por los que esta sierra se desparrama al cauce de los Aguascebas, permiten el desafío montañero de montar o desmontar mil metros de desnivel en menos de diez kilómetros, una delicia al alcance de casi todos ya que lo salva por una senda relativamente cómoda y accesible.

Tras escudriñar casi todas las "callejuelas de este barrio", aún nos quedaba hueco para rondar de nuevo este macizo noble, pastoril, ganadero aunque ahora echa de menos sus rebaños, sus pastores, sus trasiegos al fin y al cabo.

Y en esa que nos vimos, con ganas de cerrar un proyecto que hacía tiempo barajamos y planificamos, circundar este salvaje hueco de la Osera, pasando en un periquete de su valle a la cumbre por algunos de los parajes más bonitos que existen.




Casi todo el trayecto de la ruta lo conocíamos de otras ocasiones, pero teníamos el tramo de barranco oscuro en la penumbra del conocimiento. Nombre rotundo el de este tajo humanizado y ganado para el olivar se subsistencia. Conforme avanzábamos íbamos desvelando la verdad del topónimo, aunque el día estaba espléndido, la umbría era dueña y señora del terreno, allí en los meses invernales no debía asomar el astro rey.

Conectar el valle de la Osera con el ya visitado con anterioridad, collado de las albarizas, que aunque en los mapas figura como Almagreros, sabemos -porque hemos pisado aquella tierra- que es blanca (alba) y no rojiza (almagrera), era el principal objetivo de la marcha, "churretear" el collado que debe esconder algún secreto otra, y subir de nuevo al peñón del tesoro (Navazalto) la tercera prioridad. El resto, no menos apasionante, recorrer la senda de la cuesta de Navazalto, asomarnos al barranco del bigarral desde el collado de los picazos y al de escuernacabras, imaginando por donde bajarían, saludar nuevamente a nuestros íntimos amigos, los buitres de Navazalto (lo que deben pensar del cansineo que les traemos...), sentir otra vez la emoción del filo que cae sobre la cascada de la Osera y dejarse embriagar por el rugido del agua precipitándose por los escalones por los que la sierra se abre a la campiña. De verdad, una completa delicia montañera.


collado de las albarizas, por encima el peñón del tesoro y el puntal de las cuevas


LA RUTA



DATOS DE LA RUTA
Denominación
Subida a Navazalto desde la Osera por barranco oscuro
Ubicación Jaén. Sierra de las Villas (TM Villacarrillo)
Itinerario
Paraje de la osera-barranco oscuro-collado albarizas-
senda de la cuesta de Navazalto-peñón del tesoro-
caseta de Navazalto-filo del poyo del lentiscar-
arroyo del Torno-Guarondo-cascadas de la Osera-Inicio

Distancia 15,64 km
Tiempo 8 h
Fecha
07 de marzo de 2015
Desnivel positivo 1057 m
Enlace al track de wikiloc
Dejamos el coche pasado el cortijo del tranco del polvorista, antes de llegar al ensanche que hicieron para estacionar en la Osera, justo donde comienza el carril que nos llevará por barranco oscuro. Cruzamos por un vado el aguacebas chico que se encamina en busca de juntarse con su mayor allí por los Rubiales. Comenzamos a ascender por el olivar serrano hasta el cortijo de barranco oscuro donde termina el buen camino, detrás del cortijo continua otro carril que nos eleva al collado de las albarizas y a su cortijo, espléndido lugar que mira de cara al peñón chico y al grande, al del tesoro, las espaldas asoman a la campiña y al tramo de olivar de la senda de la Cuesta de Navazalto, bella panorámica. Allí, a la tenue sombra de los almendros en plena esfervescencia floral, hacemos un alto e investigamos un poco por la zona (de ahí los devaneos del track).


cortijo del collado de las albarizas, al fondo la campiña y Villacarrillo




Recogemos velas y nos dirigimos en busca de la senda que nos elevará a lo alto, aquel camino serrano recuperado recientemente, dura subida por la ladera de los romeros hasta el collado de los picazos, donde el Bigarral asoma grandioso. Otro descanso aquí, para resollar, ahora la senda se suaviza un poco saludando al peñón, hasta que se arrima al arroyo del barranco, donde comienza a trazar perfectas tongas para elevarse al navazo alto. Pasamos junto a la fuente de arriba, continua seca, probablemente el venero se habrá ido para el arroyo, en el siguiente giro a la izquierda el grupo se divide, la mitad continua el ascenso hasta el navazo y el resto nos vamos buscando la vaqueriza de las canales, una senda hoy perdida que conocí por Gómez Muñoz, que conectaría esta zona con el collado hateril por debajo de los tranquillos de Navazalto. Buscamos y encontramos indicios, tramos que aparecen y desaparecen, seguimos avanzando con el peñón casi encima pero la senda inexistente, avanzamos por el monte como podemos hasta que se despeja y nos deja en el collado antes mencionado. Una vez aquí quién se resiste a encaramarse al peñón del tesoro, dicho y hecho. Nuestros compañeros nos saludan desde el peñón de enfrente, bajo la caseta, donde quedamos para más tarde. La mirada inevitable derredor nos vuelve a dejar impávidos, igual que la primera vez, ¡qué lugar!


peñón de Navazalto o del tesoro




Tras henchirnos de horizonte bajamos al collado hateril donde dejamos las mochilas y nos encaminamos hacia la caseta de fogoneros para reunirnos con nuestros compañeros. Antes de llegar es imposible resistirse a dar una asomada al collado de escuernacabras tal vez la mejor panorámica del grandioso paraje de la Osera y Guarondo donde las tres cascadas, chorrogil, aliviadero y Osera aparecen alineadas en una inmejorable perspectiva. Los buitres aquí casi nos rozan en el afán de averiguar la identidad de los visitantes. Un esfuerzo más y estamos en la caseta. A comer, descansar y mirar tocan.


Guarondo, la morra y el poyo del lentiscar


Tomamos el filo de las buitreras de Navazalto que circundan por encima el barranco de la Osera y lo seguimos, hasta el poyo del lentiscar, otro lugar que asegura la impavidez de la marcha que hoy llevamos. Ahora el descenso se complica por lo abrupto del terreno pero, pegándonos con cuidado al filo evitaremos mucha vegetación. Conforme descendemos nos aproximamos al cauce del arroyo del torno por la izquierda, veremos pronto una tapuela en la ladera, sabremos que hemos llegado al cortijo del sordo, es la señal para descolgarnos buscando el cauce de este arroyo abandonando el filo que llevamos. Seguiremos el arroyo al que le hicieron una desembocadura artificial al embalse para aprovechar su cauce.


por el filo del poyo del lentiscar (foto cortesía de José Andrés)

En Guarondo, cruzamos el muro del embalse para tomar la senda de la Osera que nos llevará, jugueteando con los túneles de la canalización del agua que de dirige a la loma, por el paso del aguardentero, precioso portillo serrano, para realizar uno de los descensos más bruscos y verticales de esta sierra. Eso si, pareja va la dureza con la belleza, debiendo alternar debidamente la mirada al camino, con la mirada a los paredones rocosos por donde se descuelga una de las cascadas más hermosas que he visto. Una aproximación a las pozas donde rompe la caída del agua remata y compensa el dolor de rodillas de la bajada. Aún nos queda que cruzar el Aguascebas chico un par de veces para asomar a la pista que nos dejará en pocos metros donde comenzamos el periplo por la mañana.



Guarondo y la morra

cascada de la Osera (foto cortesía de José Andrés)